lunes, 6 de setiembre de 2010

La aridez...



La aridez, por tanto, no debe tomarse en principio como una penitencia o un destino trágico. Hay que tomarla como "la forma cotidiana normal" del amor, que en el fondo suele comenzar con sus formas excepcionales para aterrizar por este rodeo en normalidad. Por eso la aridez en la contemplación nada tiene de temible y alarmante ; al contrario, es elemento confirmatorio; pero así como el amor no sucumbe a lo cotidiano y se trasluce en mil ocurrencias y se configura a diario con mil menudencias, así ocurre también con la contemplación. Diariamente debe el orante ponerse en la presencia del Dios eternamente joven, que nunca envejece; los prados de Dios florecen con el mismo colorido y esplendor de siempre y brindan nuevas insinuaciones al hombre que quiere servirse de ellas. Su cansancio, su tedio, su desaliento, su amargura, son cosas suyas, y como Dios todo lo dispone para aliviarle a él, cansado y fatigado, no puede quejarse contra Dios. Tiene que amonestarse y reprenderse a sí mismo y arrojar de sí lo que le oprime y arrastra hacia abajo. Tiene que darse y comenzar de nuevo.

La oración contemplación. Hans Urs Von Balthasar, Madrid, Encuentro, 2007, p 97

jueves, 2 de setiembre de 2010

La union del alma con Cristo.


La unión del alma con Cristo es diferente de la comunión entre dos personas terrestres: empieza con el bautismo y se refuerza constantemente con los demás sacramentos; es una integración y una inyección de sabia –como nos lo dice el símbolo de la vid y los sarmientos (Jn 15). Esta unión con Cristo comporta un acercamiento de cada uno de los miembros con todos los demás cristianos. Así la Iglesia toma la figura de Cuerpo místico de Cristo. Este Cuerpo es un cuerpo viviente y el espíritu que lo anima es el espíritu de Cristo, el cual, partiendo de la cabeza se desliza hacia todos los miembros; el espíritu que emana de Cristo es el Espíritu Santo, y la Iglesia es, pues, el templo del Espíritu (cf 1C 6,19).

Santa Teresa benedicta de la cruz.

La paz


La paz es la sencillez del corazón, la serenidad de la mente, la tranquilidad del alma, un vínculo de amor. La paz significa el orden, la armonía en todo nuestro ser; significa la permanente aceptación serena que proviene de una buena conciencia; es la santa alegría del corazón donde Dios reina. La paz es el camino hacia la perfección; realmente sólo en la fe se puede encontrar la perfección. El demonio, que sabe muy bien todo esto; hace todo lo posible para que perdamos la paz.